19 pero los jefes les dijeron:–Nosotros les hemos jurado por el Señor, el Dios de Israel, que no los mataríamos. Por eso no podemos ahora hacerles nada.
20 Tenemos que dejarlos vivir, porque si rompemos el juramento se enojará Dios con nosotros.
21 Así pues, los jefes israelitas ordenaron que se les dejara con vida, pero que fueran puestos como leñadores y aguadores para todo el pueblo. De esa manera los jefes mantuvieron su promesa.
22 Por su parte, Josué llamó a los gabaonitas y les preguntó:–¿Por qué nos engañasteis diciéndonos que veníais de muy lejos, cuando la verdad es que vivís ahí mismo?
23 Por esta razón quedaréis bajo maldición, y para siempre seréis sirvientes. Tendréis que cortar la leña y sacar el agua que se necesite para la casa de mi Dios.
24 Y ellos contestaron a Josué:–Nosotros hicimos esto porque teníamos mucho miedo de que nos fueras a matar, pues nos enteramos de que el Señor tu Dios había ordenado a Moisés, su siervo, daros toda esta región y destruir a todos los que vivían aquí.
25 Pero estamos en tus manos; haz con nosotros lo que te parezca más conveniente.