1 No reprendas al anciano; al contrario, aconséjale como si fuera tu padre. Y trata a los jóvenes como si fueran tus hermanos.
2 A las ancianas, trátalas como a tu propia madre; y a las jóvenes, como a tus hermanas, con toda pureza.
3 Ayuda a las viudas que no tengan a quien recurrir.
4 Pero si una viuda tiene hijos o nietos, ellos son los primeros que deben aprender a cumplir sus obligaciones con los de su propia familia y corresponder al amor de sus padres. Esto es bueno y agrada a Dios.