2 Y aquellos que tengan amos creyentes, que no dejen de respetarlos por ser sus hermanos en la fe. Al contrario, deben servirles todavía mejor, puesto que quienes reciben sus buenos servicios son creyentes y hermanos amados.Enseña y predica estas cosas.
3 Si alguien enseña ideas extrañas y no está de acuerdo con la sana enseñanza de nuestro Señor Jesucristo ni con las normas de nuestra fe,
4 es un orgulloso que no sabe nada. Discutir sobre cuestiones de palabras es en él como una enfermedad; de ahí vienen envidias, discordias, insultos, desconfianzas
5 y peleas sin fin entre gente que tiene la mente pervertida, que no conoce la verdad y que toma nuestra fe por una fuente de riqueza.
6 Y claro está que nuestra fe es una fuente de gran riqueza, pero solo para el que se contenta con lo que tiene.
7 Porque nada trajimos a este mundo y nada podremos llevarnos;
8 si tenemos qué comer y con qué vestirnos, démonos por satisfechos.