7 Decía con fuerte voz: “Temed a Dios y dadle alabanza, pues ya llegó la hora en que él ha de juzgar. Adorad al que hizo el cielo y la tierra, el mar y los manantiales.”
8 Le siguió un segundo ángel, que decía: “¡Cayó, cayó la gran Babilonia, la que emborrachó a todas las naciones con el vino de su prostitución!”
9 Luego les siguió otro ángel, el tercero, que decía con fuerte voz: “Quien adore al monstruo y a su imagen y se deje poner su marca en la frente o en la mano,
10 tendrá que beber el vino del terrible castigo que viene de Dios y que él ha preparado puro en la copa de su ira; será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero.
11 El humo de su tormento sube por todos los siglos, y no hay descanso de día ni de noche para los que adoran al monstruo y a su imagen y reciben la marca de su nombre.”
12 ¡Ahí se verá la fortaleza del pueblo santo, de los que cumplen sus mandamientos y siguen fieles a Jesús!
13 Oí entonces una voz del cielo, que me decía: “Escribe esto: ‘Dichosos de aquí en adelante los que mueren unidos al Señor.’ ”“Sí –dice el Espíritu–, ellos descansarán de sus trabajos, pues sus obras los acompañan.”