8 Pero ahora dejad todo eso: el enojo, la pasión, la maldad, los insultos y las palabras indecentes.
9 No os mintáis unos a otros, puesto que ya os habéis librado de vuestra vieja naturaleza y de las cosas que antes hacíais,
10 y os habéis revestido de la nueva naturaleza: la del nuevo hombre, que se va renovando a imagen de Dios, su Creador, para llegar a conocerlo plenamente.
11 Ya no tiene importancia el ser griego o judío, el estar circuncidado o no estarlo, el ser extranjero, inculto, esclavo o libre; lo que importa es que Cristo es todo y está en todos.
12 Dios os ama y os ha escogido para que pertenezcáis a su pueblo. Vivid, pues, revestidos de verdadera compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia.
13 Tened paciencia unos con otros y perdonaos si alguno tiene una queja contra otro. Así como el Señor os perdonó, perdonad también vosotros.
14 Sobre todo revestíos de amor, que es el perfecto lazo de unión.