14 Me siento en deuda con todos, sean cultos o incultos, sabios o ignorantes;
15 por eso estoy tan ansioso de anunciaros el evangelio también a vosotros, que vivís en Roma.
16 No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para que todos los que creen alcancen la salvación, los judíos en primer lugar, pero también los que no lo son.
17 Pues el evangelio nos muestra de qué manera Dios nos hace justos: es por fe y solamente por fe. Así lo dicen las Escrituras: “El justo por la fe vivirá.”
18 Vemos que Dios manifiesta su ira castigando desde el cielo a toda la gente mala e injusta que con su maldad impide que se conozca la verdad.
19 Lo que de Dios se puede conocer, ellos lo conocen muy bien, porque él mismo se lo ha mostrado;
20 pues lo invisible de Dios puede llegar a conocerse si se reflexiona en sus hechos. En efecto, desde que el mundo fue creado, se ha podido ver claramente que él es Dios y que su poder nunca tendrá fin. Por eso los malvados no tienen disculpa,