10 Porque si Dios, cuando aún éramos enemigos suyos, nos reconcilió consigo mismo mediante la muerte de su Hijo, con mayor razón nos salvará por su vida ahora que ya estamos reconciliados con él.
11 Y no solo esto, sino que también nos gloriamos de Dios mediante nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.
12 Así pues, por medio de un solo hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y la muerte pasó a todos porque todos pecaron.
13 Antes de darse la ley estaba ya el pecado en el mundo, aunque el pecado no se toma en cuenta cuando no hay ley.
14 Sin embargo, desde el tiempo de Adán al de Moisés reinó la muerte sobre los que pecaron, por más que el pecado de ellos no consistió en desobedecer un mandato, como en el caso de Adán, quien fue figura de aquel que había de venir.
15 Pero el delito de Adán no puede compararse con el don que hemos recibido de Dios. Pues por el delito de un solo hombre murieron todos; pero el don que hemos recibido gratuitamente de Dios por medio de un solo hombre, Jesucristo, es mucho mayor y para el bien de todos.
16 El pecado de un solo hombre no puede compararse con el don de Dios; pues a causa de aquel solo pecado vino la condenación, pero a causa de muchos pecados vino el don de Dios, que hace justos a los hombres.