23 Tanto ellos como sus hijos se turnaban para cuidar la entrada de la casa del Señor, es decir, el santuario.
24 Había porteros en los cuatro puntos cardinales: al este y al oeste, al norte y al sur.
25 Sus familiares, que vivían en sus pueblos, venían para ayudarlos con un turno de siete días.
26 Pero los cuatro porteros principales, que eran levitas, estaban de guardia permanente, cuidando los cuartos y tesoros de la casa de Dios.
27 Pasaban la noche en los alrededores del templo, porque estaban encargados de cuidarlo y de abrir sus puertas todas las mañanas.
28 Algunos de ellos tenían a su cargo los utensilios que se usaban en el culto, y debían sacarlos y meterlos llevando la cuenta.
29 Otros estaban encargados de los demás utensilios y de los objetos sagrados, además de la harina, el vino, el aceite, el incienso y los perfumes.