16 No se acabó la harina de la tinaja ni el aceite de la jarra, tal como el Señor lo había dicho por medio de Elías.
17 Algún tiempo después cayó enfermo el hijo de la viuda, y su enfermedad fue gravísima, tanto que hasta dejó de respirar.
18 Entonces la viuda le dijo a Elías:—¿Qué tengo yo que ver contigo, hombre de Dios? ¿Has venido a recordarme mis pecados y a hacer que mi hijo se muera?
19 —Dame acá tu hijo —le respondió él.Y tomándolo del regazo de la viuda, lo subió al cuarto donde él estaba alojado y lo acostó sobre su cama.
20 Luego clamó al Señor en voz alta: «Señor y Dios mío, ¿también has de causar dolor a esta viuda, en cuya casa estoy alojado, haciendo morir a su hijo?»
21 Y en seguida se tendió tres veces sobre el niño, y clamó al Señor en voz alta: «Señor y Dios mío, ¡te ruego que devuelvas la vida a este niño!»
22 El Señor atendió a los ruegos de Elías, e hizo que el niño reviviera.