8 Saúl se disfrazó, vistiéndose con otra ropa, y acompañado por dos hombres fue de noche a visitar a aquella mujer. Y le dijo:—Te ruego que me adivines la suerte, y que hagas venir el espíritu de quien yo te diga.
9 La mujer le respondió:—Tú sabes lo que ha hecho Saúl, que ha expulsado del país a los adivinos y a los que invocan a los muertos. ¿Por qué me metes en algo que me puede costar la vida?
10 Pero Saúl, jurando por el Señor, le dijo:—Te juro por el Señor que no te pasará nada malo por esto.
11 —¿A quién quieres que haga venir? —contestó la mujer.—Llámame a Samuel —dijo Saúl.
12 De repente la mujer vio a Samuel, y dio un grito; luego le dijo a Saúl:—¿Por qué me has engañado? ¡Tú eres Saúl!
13 Pero el rey le dijo:—No tengas miedo. ¿Qué has visto?—Veo un dios que sube de la tierra —contestó la mujer.
14 —¿Qué aspecto tiene? —preguntó Saúl.—Es un hombre anciano, vestido con una capa —respondió ella.Saúl comprendió en seguida que era Samuel, y se inclinó hasta tocar el suelo con la frente.