10 Después llegó el Señor, se detuvo y lo llamó igual que antes:—¡Samuel! ¡Samuel!—Habla, que tu siervo escucha —contestó Samuel.
11 Y el Señor le dijo:—Voy a hacer algo en Israel que hasta los oídos le dolerán a todo el que lo oiga.
12 Ese día, sin falta, cumpliré a Elí todo lo que le he dicho respecto a su familia.
13 Le he anunciado que voy a castigar a los suyos para siempre, por la maldad que él ya sabe; pues sus hijos me han maldecido y él no los ha reprendido.
14 Por tanto, he jurado contra la familia de Elí que su maldad no se borrará jamás, ni con sacrificios ni con ofrendas.
15 Después de esto, Samuel se acostó hasta la mañana siguiente, y entonces abrió las puertas del templo del Señor. Samuel tenía miedo de contarle a Elí la visión que había tenido,
16 pero Elí lo llamó y le dijo:—¡Samuel, hijo mío!—Aquí estoy —respondió él.