8 y exactamente como lo merecía, pues había cometido muchos pecados contra el altar, cuyo fuego y ceniza son puros; así, en la ceniza encontró la muerte.
9 El rey Antíoco venía, pues, con la salvaje intención de causar a los judíos peores sufrimientos que su padre.
10 Al saberlo, Judas recomendó a la gente que orara al Señor día y noche, para que una vez más los ayudara, pues iban a perder la ley, su patria y el santo templo;
11 y también para que no permitiera que el pueblo, que sólo ahora empezaba a tener respiro, cayera en manos de paganos que injuriaban a Dios.
12 Todos juntos cumplieron la orden, y durante tres días suplicaron al Señor misericordioso con lágrimas y ayunos, e inclinados y con la frente en el suelo. Entonces Judas les habló para animarlos, y les mandó que se reunieran con él.
13 Pero después de una reunión privada con los ancianos, resolvió ponerse en marcha y, con ayuda del Señor, solucionar la situación, sin esperar a que el ejército del rey invadiera Judea y se adueñara de Jerusalén.
14 Habiendo confiado al creador del mundo el éxito de su campaña, animó a sus soldados a combatir valientemente, hasta la muerte, por las leyes, el templo, la ciudad, la patria y sus costumbres propias; y estableció su campamento cerca de la ciudad de Modín.