23 Tres años más tarde, Jasón envió a Menelao, hermano del Simón antes mencionado, para llevar el dinero prometido al rey y tratar asuntos urgentes.
24 Pero Menelao, al presentarse ante el rey, se ganó su favor haciéndose pasar por un personaje importante y, ofreciéndole nueve mil novecientos kilos de plata más que Jasón, logró que le diera a él el cargo de sumo sacerdote.
25 Tan pronto como recibió el nombramiento de manos del rey, regresó; pero no mostraba reunir las cualidades de un sumo sacerdote, sino los sentimientos de un tirano cruel y el furor de una fiera salvaje.
26 De este modo, Jasón, que había suplantado a su propio hermano, fue a su vez suplantado por otro, y se vio obligado a huir al territorio de Amón.
27 Pero Menelao, una vez que obtuvo el cargo, no se preocupó ya por pagar al rey el dinero prometido,
28 a pesar de las reclamaciones que le hacía Sóstrates, comandante de la ciudadela, a quien le correspondía cobrar los impuestos. Por esta causa, los dos fueron llamados por el rey.
29 Entonces Menelao dejó en lugar suyo, como sumo sacerdote, a su hermano Lisímaco, y Sóstrates dejó a Crates, jefe de los soldados de Chipre.