2 Uno de ellos, en nombre de todos, habló así: «¿Qué quieres saber al interrogarnos? Estamos dispuestos a morir, antes que faltar a las leyes de nuestros antepasados.»
3 Enfurecido, el rey mandó poner al fuego grandes sartenes y calderas.
4 Cuando estuvieron calientes, ordenó que al que había hablado en nombre de todos le cortaran la lengua, y que le arrancaran el cuero cabelludo y le cortaran los pies y las manos, en presencia de su madre y de los demás hermanos.
5 Cuando ya estaba completamente mutilado, el rey mandó acercarlo al fuego y, todavía con vida, echarlo a la sartén. Mientras el humo de la sartén se esparcía por todas partes, los otros hermanos se animaban entre sí, y con su madre, a morir valientemente. Decían:
6 «Dios el Señor está mirando, y en verdad tiene compasión de nosotros. Eso fue lo que Moisés dijo en su canto, cuando echó en cara al pueblo su infidelidad: “El Señor se compadecerá de sus siervos.”»
7 Así murió el primero.Entonces llevaron al segundo al suplicio, y después de arrancarle el cuero cabelludo, le preguntaron:—¿Quieres comer, para que no te corten el cuerpo en pedazos?
8 Él, respondiendo en su lengua materna, dijo:—¡No!Así que fue sometido igualmente al tormento.