35 Aún no has escapado del juicio del Señor todopoderoso, que todo lo ve.
36 Nuestros hermanos, después de soportar un sufrimiento pasajero, gozan ya de la vida eterna que Dios ha prometido; tú, en cambio, recibirás de Dios el castigo que mereces por tu orgullo.
37 Yo, lo mismo que mis hermanos, entrego mi cuerpo y mi vida por las leyes de nuestros antepasados, y suplico a Dios que tenga pronto compasión de su pueblo, y que con calamidades y castigos te obligue a ti a confesar que él es el único Dios.
38 ¡Que en mí y en mis hermanos se detenga la ira del Todopoderoso, justamente desatada contra nuestro pueblo!»
39 Enfurecido el rey, y no pudiendo soportar la burla, torturó con mayor crueldad a éste que a los otros.
40 Así murió el muchacho, sin haber comido cosa impura y con una gran confianza en el Señor.
41 Finalmente, después de sus hijos, murió también la madre.