36 Nuestros hermanos, después de soportar un sufrimiento pasajero, gozan ya de la vida eterna que Dios ha prometido; tú, en cambio, recibirás de Dios el castigo que mereces por tu orgullo.
37 Yo, lo mismo que mis hermanos, entrego mi cuerpo y mi vida por las leyes de nuestros antepasados, y suplico a Dios que tenga pronto compasión de su pueblo, y que con calamidades y castigos te obligue a ti a confesar que él es el único Dios.
38 ¡Que en mí y en mis hermanos se detenga la ira del Todopoderoso, justamente desatada contra nuestro pueblo!»
39 Enfurecido el rey, y no pudiendo soportar la burla, torturó con mayor crueldad a éste que a los otros.
40 Así murió el muchacho, sin haber comido cosa impura y con una gran confianza en el Señor.
41 Finalmente, después de sus hijos, murió también la madre.
42 Con esto terminamos nuestro relato sobre la comida de alimentos impuros y las extraordinarias crueldades que se cometieron.