17 y, finalmente, hacerse él mismo judío y recorrer todos los lugares habitados proclamando el poder de Dios.
18 Como sus dolores no se calmaban de ninguna manera, pues el justo juicio de Dios pesaba sobre él, viéndose en una situación desesperada, escribió a los judíos una carta que tenía el carácter de súplica y que decía así:
19 «El rey y jefe militar Antíoco saluda a los judíos, excelentes ciudadanos, y les desea salud y bienestar completos.
20 Deseo que ustedes y sus hijos se encuentren bien, y que todo marche según ustedes lo desean. Con la esperanza puesta en Dios,
21 guardo un cariñoso recuerdo de las muestras de respeto y afecto que de ustedes he recibido. Al volver de la región de Persia he contraído una grave enfermedad, y así he juzgado necesario preocuparme por el bienestar de todos.
22 No es que yo esté desesperado de mi estado; al contrario, tengo muchas esperanzas de poder sanar de esta enfermedad.
23 Sin embargo, recuerdo que mi padre, siempre que emprendía una campaña al este del río Éufrates, designaba a su sucesor,