19 «El rey y jefe militar Antíoco saluda a los judíos, excelentes ciudadanos, y les desea salud y bienestar completos.
20 Deseo que ustedes y sus hijos se encuentren bien, y que todo marche según ustedes lo desean. Con la esperanza puesta en Dios,
21 guardo un cariñoso recuerdo de las muestras de respeto y afecto que de ustedes he recibido. Al volver de la región de Persia he contraído una grave enfermedad, y así he juzgado necesario preocuparme por el bienestar de todos.
22 No es que yo esté desesperado de mi estado; al contrario, tengo muchas esperanzas de poder sanar de esta enfermedad.
23 Sin embargo, recuerdo que mi padre, siempre que emprendía una campaña al este del río Éufrates, designaba a su sucesor,
24 para que, si sucedía algo inesperado o corría un rumor molesto, sus súbditos estuvieran tranquilos, sabiendo quién había quedado encargado de los negocios.
25 Sé, además, que los jefes vecinos de nuestro país están esperando una ocasión propicia, y que aguardan lo que pueda ocurrir. Por eso he designado como rey a mi hijo Antíoco, a quien muchas veces, cuando recorría las provincias del este del Éufrates, dejé al cuidado de la mayoría de ustedes. A él le escribí la carta que se copia más adelante.