4 Fuera de sí por la rabia, decidió hacer pagar a los judíos la humillación que le habían causado los persas al ponerlo en fuga. Por este motivo ordenó al conductor del carro que avanzara sin descanso hasta terminar el viaje.Pero el juicio de Dios lo seguía. En su arrogancia, Antíoco había dicho: «Cuando llegue a Jerusalén, convertiré la ciudad en cementerio de los judíos.»