22 Luego llamó a su marido y le dijo:—Envíame un criado con una asna, para que yo vaya a ver al profeta. Luego volveré.
23 —¿Por qué vas a verlo hoy? —preguntó su marido—. No es luna nueva ni sábado.—No te preocupes —contestó ella.
24 Y ordenó que le aparejaran el asna, y dijo a su criado:—Vamos, adelántate. Y hasta que yo te lo diga, no hagas que me detenga.
25 Así ella se fue y llegó al monte Carmelo, donde estaba el profeta. Cuando Eliseo la vio venir a lo lejos, dijo a Guehazí, su criado:—Mira, es la señora sunamita.
26 Corre a recibirla y pregúntale cómo está, y cómo están su marido y su hijo.El criado fue, y ella le dijo que estaban bien.
27 Luego llegó al monte en donde se encontraba Eliseo, y se abrazó a sus pies. Guehazí se acercó para apartarla, pero Eliseo le ordenó:—Déjala, porque está muy angustiada, y hasta ahora el Señor no me ha dicho lo que le ocurre.
28 Entonces ella le dijo:—Señor, ¿acaso le pedí a usted tener un hijo? ¿No le pedí a usted que no me engañara?