8 David había dicho en aquella ocasión: «Todo el que ataque a los jebuseos, que entre por el canal del agua y mate a los ciegos y a los inválidos, a los cuales aborrezco con toda mi alma.» De allí viene el dicho: «Ni los ciegos ni los inválidos pueden entrar en el templo del Señor.»
9 Después se instaló David en la fortaleza y la llamó Ciudad de David, y le construyó murallas alrededor, desde el terraplén hasta el palacio.
10 El poder de David iba aumentando, y el Señor, el Dios todopoderoso, estaba con él.
11 Por eso Hiram, rey de Tiro, envió sus embajadores a David, además de carpinteros y canteros, los cuales llevaron madera de cedro y construyeron el palacio de David.
12 Entonces David comprendió que el Señor lo había confirmado como rey de Israel, y que había hecho prosperar su reinado en atención a su pueblo Israel.
13 Después de haberse trasladado de Hebrón a Jerusalén, David tomó allí más esposas y concubinas, las cuales le dieron más hijos e hijas.
14 Los hijos que le nacieron en Jerusalén se llamaban: Samúa, Sobab, Natán, Salomón,