26 Por la maldad de Israel y de Judá hiciste que el templo que lleva tu nombre quedara en el estado en que ahora se encuentra.
27 »”Sin embargo, Señor, Dios nuestro, tú nos has tratado según tu bondad y tu gran misericordia,
28 como lo habías anunciado por medio de tu siervo Moisés, cuando le mandaste que escribiera la ley en presencia de los israelitas y dijiste:
29 Si no me hacen caso, este pueblo tan grande y numeroso quedará reducido a un pequeño número en medio de las naciones entre las que yo los dispersaré.
30 Pues sé que no van a obedecerme, porque son un pueblo terco. Pero cuando estén desterrados, entonces reflexionarán
31 y reconocerán que yo soy el Señor su Dios. Yo les daré inteligencia y oídos para escuchar,
32 y en el sitio en que estén desterrados me alabarán y se acordarán de mí.