27 »”Sin embargo, Señor, Dios nuestro, tú nos has tratado según tu bondad y tu gran misericordia,
28 como lo habías anunciado por medio de tu siervo Moisés, cuando le mandaste que escribiera la ley en presencia de los israelitas y dijiste:
29 Si no me hacen caso, este pueblo tan grande y numeroso quedará reducido a un pequeño número en medio de las naciones entre las que yo los dispersaré.
30 Pues sé que no van a obedecerme, porque son un pueblo terco. Pero cuando estén desterrados, entonces reflexionarán
31 y reconocerán que yo soy el Señor su Dios. Yo les daré inteligencia y oídos para escuchar,
32 y en el sitio en que estén desterrados me alabarán y se acordarán de mí.
33 Dejarán su terquedad y su mala conducta, al acordarse de lo que sucedió a sus antepasados que pecaron contra mí, el Señor.