10 [10] Entonces el rey dijo a Amam:—Tal como has dicho, así hazlo con Mardoqueo, el judío que me sirve en el patio del palacio. No dejes de cumplir ningún detalle de los que has mencionado.
11 [11] Amam tomó la túnica y el caballo, y vistió a Mardoqueo, lo hizo montar en el caballo y lo condujo por la plaza de la ciudad, gritando: «¡Así se trata al hombre a quien el rey quiere honrar!»
12 [12] Mardoqueo volvió al patio del palacio, y Amam se fue a toda prisa a su casa, triste y con la cabeza baja.
13 [13] Allí les contó a su mujer y a sus amigos lo que le había pasado, y ellos le dijeron:—Si ese Mardoqueo es judío, has comenzado a perder autoridad ante el rey, y fracasarás por completo. No podrás vencerlo, porque el Dios viviente está con él.
14 [14] Todavía no había terminado de hablar, cuando llegaron los criados que estaban al servicio personal del rey, para llevar inmediatamente a Amam al banquete que Ester había preparado.