14 El Señor renunció a la idea que había expresado de hacer daño a su pueblo.
15 Entonces Moisés se dispuso a bajar del monte, trayendo en sus manos las dos tablas de la ley, las cuales estaban escritas por los dos lados.
16 Dios mismo había hecho las tablas, y Dios mismo había grabado lo que estaba escrito en ellas.
17 Cuando Josué escuchó los gritos de la gente, le dijo a Moisés:—Se oyen gritos de guerra en el campamento.
18 Pero Moisés contestó:—No son cantos alegres de victoria, ni son cantos tristes de derrota; son otros cantos los que escucho.
19 En cuanto Moisés se acercó al campamento y vio el becerro y los bailes, ardió de enojo y arrojó de sus manos las tablas, haciéndolas pedazos al pie del monte;
20 en seguida agarró el becerro y lo arrojó al fuego, luego lo molió hasta hacerlo polvo, y el polvo lo roció sobre el agua; entonces hizo que los israelitas bebieran de aquella agua.