3 Nadie debe subir contigo, ni se debe ver a nadie por todo el monte; tampoco debe haber ovejas o vacas pastando frente al monte.
4 Moisés cortó dos tablas de piedra iguales a las primeras. Al día siguiente, muy temprano, tomó las dos tablas de piedra y subió al monte Sinaí, tal como el Señor se lo había ordenado.
5 Entonces el Señor bajó en una nube y estuvo allí con Moisés, y pronunció su propio nombre.
6 Pasó delante de Moisés, diciendo en voz alta:—¡El Señor! ¡El Señor! ¡Dios tierno y compasivo, paciente y grande en amor y verdad!
7 Por mil generaciones se mantiene fiel en su amor y perdona la maldad, la rebeldía y el pecado; pero no deja sin castigo al culpable, sino que castiga la maldad de los padres en los hijos y en los nietos, en los bisnietos y en los tataranietos.
8 Rápidamente Moisés se inclinó hasta tocar el suelo con la frente, y adoró al Señor
9 diciendo:—¡Señor! ¡Señor! Si en verdad me he ganado tu favor, acompáñanos. Esta gente es realmente muy terca, pero perdónanos nuestros pecados y maldad, y acéptanos como tu pueblo.