4 Pero la serpiente le dijo a la mujer:—No es cierto. No morirán.
5 Dios sabe muy bien que cuando ustedes coman del fruto de ese árbol podrán saber lo que es bueno y lo que es malo, y que entonces serán como Dios.
6 La mujer vio que el fruto del árbol era hermoso, y le dieron ganas de comerlo y de llegar a tener entendimiento. Así que cortó uno de los frutos y se lo comió. Luego le dio a su esposo, y él también comió.
7 En ese momento se les abrieron los ojos, y los dos se dieron cuenta de que estaban desnudos. Entonces cosieron hojas de higuera y se cubrieron con ellas.
8 El hombre y su mujer escucharon que Dios el Señor andaba por el jardín a la hora en que sopla el viento de la tarde, y corrieron a esconderse de él entre los árboles del jardín.
9 Pero Dios el Señor llamó al hombre y le preguntó:—¿Dónde estás?
10 El hombre contestó:—Escuché que andabas por el jardín y tuve miedo, porque estoy desnudo; por eso me escondí.