19 Y ellos le contestaron:—¡Cállate, y ven con nosotros! ¡Queremos que nos sirvas como sacerdote y que seas como un padre para nosotros! ¿No te parece que es mejor ser sacerdote de toda una tribu de Israel, que de la familia de un solo hombre?
20 Esto le gustó al sacerdote, y tomando el ídolo, el efod y los dioses familiares, se fue con los danitas,
21 los cuales se pusieron nuevamente en marcha con los niños, el ganado y sus posesiones al frente.
22 Ya habían caminado bastante cuando Micaías y sus vecinos se juntaron y salieron a perseguirlos.
23 Al oír los gritos de los que los perseguían, los danitas se volvieron y le preguntaron a Micaías:—¿Qué te pasa? ¿Por qué nos gritas tanto?
24 Y Micaías les respondió:—Ustedes se llevan mis dioses, que yo había hecho, y se llevan también a mi sacerdote, y me dejan sin nada, ¿y todavía se atreven a preguntarme qué me pasa?
25 Pero los danitas le contestaron:—No nos alces la voz, no sea que algunos de los nuestros pierdan la paciencia y te ataquen, y acaben perdiendo la vida tanto tú como tus familiares.