20 Esto le gustó al sacerdote, y tomando el ídolo, el efod y los dioses familiares, se fue con los danitas,
21 los cuales se pusieron nuevamente en marcha con los niños, el ganado y sus posesiones al frente.
22 Ya habían caminado bastante cuando Micaías y sus vecinos se juntaron y salieron a perseguirlos.
23 Al oír los gritos de los que los perseguían, los danitas se volvieron y le preguntaron a Micaías:—¿Qué te pasa? ¿Por qué nos gritas tanto?
24 Y Micaías les respondió:—Ustedes se llevan mis dioses, que yo había hecho, y se llevan también a mi sacerdote, y me dejan sin nada, ¿y todavía se atreven a preguntarme qué me pasa?
25 Pero los danitas le contestaron:—No nos alces la voz, no sea que algunos de los nuestros pierdan la paciencia y te ataquen, y acaben perdiendo la vida tanto tú como tus familiares.
26 Al ver Micaías que ellos eran muchos, regresó a su casa; pero los danitas siguieron su camino