2 El Señor los dejó para que aprendieran a pelear los que nunca habían estado en el campo de batalla.
3 Quedaron los cinco jefes filisteos, todos los cananeos, los sidonios y los heveos que vivían en los montes del Líbano, desde el monte de Baal-hermón hasta el paso de Hamat.
4 Con ellos el Señor quiso poner a prueba a los israelitas, para ver si obedecían los mandamientos que él había dado a los antepasados de ellos por medio de Moisés.
5 Y así los israelitas empezaron a vivir entre los cananeos, hititas, amorreos, ferezeos, heveos y jebuseos,
6 y los hijos y las hijas de los israelitas se casaron con los hijos y las hijas de aquellos pueblos, y adoraron a sus dioses.
7 Los hechos de los israelitas fueron malos a los ojos del Señor, pues se olvidaron de él y adoraron a las diferentes representaciones de Baal y de Aserá.
8 Por esto el Señor se enojó contra ellos y los entregó al poder de Cusán-risataim, rey de Mesopotamia. Durante ocho años los israelitas tuvieron que servir a Cusán-risataim,