35 Cuando Gáal salió a la puerta de la ciudad, Abimélec y su gente salieron de sus escondites.
36 Al verlos, Gáal le dijo a Zebul:—¡Mira, de los cerros viene bajando un ejército!—No —le contestó Zebul—. Sólo son las sombras de los cerros, que a ti te parecen gente.
37 Pero Gáal siguió diciendo:—¡También de la colina que llaman “Ombligo de la tierra” viene bajando un ejército! ¡Y otro grupo viene por el camino de la Encina de los Adivinos!
38 —¡Habla ahora, fanfarrón! —le dijo Zebul—. ¡Tú, que decías que Abimélec no era nadie para que fuéramos sus esclavos! Ahí está el ejército que te parecía poca cosa. ¡Anda, sal ahora a pelear contra ellos!
39 Gáal salió al frente de la gente de Siquem a pelear contra Abimélec.
40 Pero Abimélec lo persiguió, y Gáal huyó de él. Hasta en la puerta misma de la ciudad hubo muchos muertos.
41 Abimélec se quedó en Arumá, y Zebul arrojó de Siquem a Gáal y sus hermanos.