11 Ahora voy a contarles toda la verdad, no voy a ocultarles nada. Ya les había dicho que cuando el rey le confía a uno un secreto, es bueno quedarse callado, pero que hay que honrar a Dios dando a conocer lo que él ha hecho.
12 Pues bien, Tobit, mientras tú y Sara oraban, yo presentaba sus oraciones ante la presencia gloriosa del Señor, para que él las tuviera en cuenta. Y lo mismo hacía yo mientras tú enterrabas a los muertos.
13 Aquella vez, cuando no dudaste en levantarte y dejar servida la comida para ir a enterrar a aquel muerto, Dios me envió a ponerte a prueba.
14 Y ahora también me ha enviado Dios a sanarte, lo mismo que a Sara, tu nuera.
15 Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que están al servicio del Señor y que pueden entrar ante su presencia gloriosa.
16 Los dos se asustaron mucho y se arrodillaron inclinándose hasta el suelo, llenos de miedo.
17 Pero el ángel les dijo:—¡No tengan miedo! ¡Tranquilícense! Alaben siempre a Dios.