13 Así que, hijo mío, ama a los demás israelitas, que son hermanos tuyos. Que no se llene de orgullo tu corazón, y llegues a despreciarlos, y te niegues a casarte con una mujer israelita. Porque el orgullo trae al hombre gran inquietud y ruina, y la ociosidad trae pobreza y miseria. La ociosidad es la madre del hambre.
14 »No te tardes en pagar el jornal a tus obreros; págaselo en seguida. Si sirves a Dios, él te recompensará. Sé prudente, hijo mío, en todo lo que hagas, y bien educado en tu manera de portarte.
15 Lo que no quieras que te hagan, no se lo hagas a los demás. No bebas vino hasta emborracharte. No te acostumbres a andar siempre borracho.
16 Comparte tu pan con el hambriento y tu ropa con el harapiento. Si te sobra algo, dalo de limosna. Cuando des limosna, no seas tacaño.
17 Reparte tu pan en las tumbas de los justos, pero no en las de los pecadores.
18 »Pide consejo a las personas prudentes y no desprecies ningún consejo útil.
19 En toda ocasión alaba a Dios, el Señor, y pídele que te vaya bien en tus acciones y en todo lo que emprendas. Porque ningún pueblo pagano tiene sabiduría: el Señor es quien da todos los bienes. Si él quiere, puede humillar a uno hasta lo más hondo. Hijo mío, graba en tu memoria estas recomendaciones; que no se te borren de la mente.