33 No se dejen engañar. Como alguien dijo: «Los malos compañeros echan a perder las buenas costumbres.»
34 Vuelvan verdaderamente al buen juicio, y no pequen, pues algunos de ustedes no conocen a Dios. Digo esto para que se avergüencen.
35 Tal vez alguno preguntará: «¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Qué clase de cuerpo tendrán?»
36 ¡Vaya pregunta tonta! Cuando se siembra, la semilla tiene que morir para que tome vida la planta.
37 Lo que se siembra no es la planta que ha de brotar, sino el simple grano, sea de trigo o de otra cosa.
38 Después Dios le da la forma que él quiere, y a cada semilla le da el cuerpo que le corresponde.
39 No todos los cuerpos son iguales; uno es el cuerpo del hombre, otro el de los animales, otro el de las aves y otro el de los peces.