1 Quiero aconsejar ahora a los ancianos de las congregaciones de ustedes, yo que soy anciano como ellos y testigo de los sufrimientos de Cristo, y que también voy a tener parte en la gloria que ha de manifestarse.
2 Cuiden de las ovejas de Dios que han sido puestas a su cargo; háganlo de buena voluntad, como Dios quiere, y no forzadamente ni por ambición de dinero, sino de buena gana.
3 Compórtense no como si ustedes fueran los dueños de los que están a su cuidado, sino procurando ser un ejemplo para ellos.
4 Así, cuando aparezca el Pastor principal, ustedes recibirán la corona de la gloria, una corona que jamás se marchitará.
5 De la misma manera, ustedes los jóvenes sométanse a la autoridad de los ancianos. Todos deben someterse unos a otros con humildad, porque:«Dios se opone a los orgullosos,pero ayuda con su bondad a los humildes.»
6 Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él los enaltezca a su debido tiempo.
7 Dejen todas sus preocupaciones a Dios, porque él se interesa por ustedes.