18 Así pues, cuando los pecados han sido perdonados, ya no hay necesidad de más ofrendas por el pecado.
19 Hermanos, ahora podemos entrar con toda libertad en el santuario gracias a la sangre de Jesús,
20 siguiendo el nuevo camino de vida que él nos abrió a través del velo, es decir, a través de su propio cuerpo.
21 Tenemos un gran sacerdote al frente de la casa de Dios.
22 Por eso, acerquémonos a Dios con corazón sincero y con una fe completamente segura, limpios nuestros corazones de mala conciencia y lavados nuestros cuerpos con agua pura.
23 Mantengámonos firmes, sin dudar, en la esperanza de la fe que profesamos, porque Dios cumplirá la promesa que nos ha hecho.
24 Busquemos la manera de ayudarnos unos a otros a tener más amor y a hacer el bien.