31 Y, durante muchos días, Jesús se apareció a los que lo habían acompañado en su viaje de Galilea a Jerusalén; y ahora ellos son testigos de Jesús ante el pueblo.
32 »Así que nosotros les estamos anunciando a ustedes esta buena noticia: La promesa que Dios hizo a nuestros antepasados,
33 nos la ha cumplido a nosotros, que somos los descendientes. Esto lo ha hecho al resucitar a Jesús, como está escrito en el salmo segundo: “Tú eres mi Hijo; yo te he engendrado hoy.”
34 Dios ya había anunciado que lo resucitaría para que su cuerpo no se descompusiera, al decir en las Escrituras: “Cumpliré las santas y verdaderas promesas que hice a David.”
35 Por eso dice también en otro lugar: “No permitirás que se descomponga el cuerpo de tu santo siervo.”
36 Ahora bien, lo cierto es que David sirvió a los de su tiempo, según Dios se lo había ordenado, y que después murió y se reunió con sus padres, y que su cuerpo se descompuso.
37 Pero el cuerpo de aquel que Dios resucitó, no se descompuso.