2 Pablo, según su costumbre, fue a la sinagoga, y cada sábado, durante tres semanas seguidas, discutió con ellos, basándose en las Escrituras.
3 Les explicaba que el Mesías tenía que morir, y que después de muerto tenía que resucitar. Les decía:—Este mismo Jesús que yo les anuncio a ustedes, es el Mesías.
4 Algunos de los judíos creyeron, y se unieron a Pablo y Silas. También creyeron muchos griegos que adoraban a Dios, y muchas mujeres distinguidas.
5 Pero esto hizo que los judíos que no creían se llenaran de celos, y que reunieran a unos malvados que andaban ociosos por la calle para que alborotaran y perturbaran la ciudad. Atacaron además la casa de Jasón, buscando a Pablo y a Silas para sacarlos y entregarlos a la gente;
6 pero como no los encontraron allí, llevaron a rastras a Jasón y a algunos otros hermanos ante las autoridades de la ciudad, gritando:—¡Estos hombres, que han trastornado el mundo entero, también han venido acá,
7 y Jasón los ha recibido en su casa! ¡Todos ellos están violando las leyes del emperador, pues dicen que hay otro rey, que es Jesús!
8 Al oír estas cosas, la gente y las autoridades se inquietaron.