5 El jefe de los sacerdotes y todos los ancianos son testigos de esto. Ellos me dieron cartas para nuestros hermanos judíos en Damasco, y fui allá en busca de creyentes, para traerlos aquí a Jerusalén y castigarlos.
6 »Pero mientras iba yo de camino, y estando ya cerca de Damasco, a eso del mediodía, una fuerte luz del cielo brilló de repente a mi alrededor,
7 y caí al suelo. Y oí una voz, que me decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”
8 Pregunté: “¿Quién eres, Señor?” Y la voz me contestó: “Yo soy Jesús de Nazaret, el mismo a quien tú estás persiguiendo.”
9 Los que iban conmigo vieron la luz, pero no oyeron la voz del que me hablaba.
10 Yo pregunté: “¿Qué debo hacer, Señor?” Y el Señor me dijo: “Levántate y sigue tu viaje a Damasco. Allí se te dirá todo lo que debes hacer.”
11 Como el brillo de la luz me dejó ciego, mis compañeros me llevaron de la mano a Damasco.