25 pero sus discípulos lo pusieron en un gran canasto y lo bajaron de noche por la muralla que rodeaba la ciudad.
26 Cuando Saulo llegó a Jerusalén, quiso reunirse con los creyentes; pero todos le tenían miedo, porque no creían que él también fuera creyente.
27 Sin embargo, Bernabé lo llevó y lo presentó a los apóstoles. Les contó que Saulo había visto al Señor en el camino, y que el Señor le había hablado, y que, en Damasco, Saulo había anunciado a Jesús con toda valentía.
28 Así Saulo se quedó en Jerusalén, y andaba con ellos. Hablaba del Señor con toda valentía,
29 conversando y discutiendo con los judíos que hablaban griego; pero éstos procuraban matarlo.
30 Cuando los hermanos se dieron cuenta de ello, llevaron a Saulo a Cesarea, y de allí lo mandaron a Tarso.
31 Entonces la iglesia, en todas las regiones de Judea, Galilea y Samaria, tenía paz y crecía espiritualmente. Vivía en el temor del Señor y, con la ayuda del Espíritu Santo, iba aumentando en número.