1 Así pues, ahora ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús,
2 porque la ley del Espíritu que da vida en Cristo Jesús, te liberó de la ley del pecado y de la muerte.
3 Porque Dios ha hecho lo que la ley de Moisés no pudo hacer, pues no era capaz de hacerlo debido a la debilidad humana: Dios envió a su propio Hijo en condición débil como la del hombre pecador y como sacrificio por el pecado, para de esta manera condenar al pecado en esa misma condición débil.
4 Lo hizo para que nosotros podamos cumplir con las justas exigencias de la ley, pues ya no vivimos según las inclinaciones de la naturaleza débil sino según el Espíritu.