28 Jesús le dijo:—Has contestado bien. Si haces eso, tendrás la vida.
29 Pero el maestro de la ley, queriendo justificar su pregunta, dijo a Jesús:—¿Y quién es mi prójimo?
30 Jesús entonces le contestó:—Un hombre iba por el camino de Jerusalén a Jericó, y unos bandidos lo asaltaron y le quitaron hasta la ropa; lo golpearon y se fueron, dejándolo medio muerto.
31 Por casualidad, un sacerdote pasaba por el mismo camino; pero al verlo, dio un rodeo y siguió adelante.
32 También un levita llegó a aquel lugar, y cuando lo vio, dio un rodeo y siguió adelante.
33 Pero un hombre de Samaria que viajaba por el mismo camino, al verlo, sintió compasión.
34 Se acercó a él, le curó las heridas con aceite y vino, y le puso vendas. Luego lo subió en su propia cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó.