3 Jesús había ido a Betania, a casa de Simón, al que llamaban el leproso. Mientras estaba sentado a la mesa, llegó una mujer que llevaba un frasco de alabastro lleno de perfume de nardo puro, de mucho valor. Rompió el frasco y derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús.
4 Algunos de los presentes se enojaron, y se dijeron unos a otros:—¿Por qué se ha desperdiciado este perfume?
5 Podía haberse vendido por el equivalente al salario de trescientos días, para ayudar a los pobres.Y criticaban a aquella mujer.
6 Pero Jesús dijo:—Déjenla; ¿por qué la molestan? Ha hecho una obra buena conmigo.
7 Pues a los pobres siempre los tendrán entre ustedes, y pueden hacerles bien cuando quieran; pero a mí no siempre me van a tener.
8 Esta mujer ha hecho lo que ha podido: ha perfumado mi cuerpo de antemano para mi entierro.
9 Les aseguro que en cualquier lugar del mundo donde se anuncie la buena noticia, se hablará también de lo que hizo esta mujer, y así será recordada.