20 El hombre se fue, y comenzó a contar por los pueblos de Decápolis lo que Jesús había hecho por él; y todos se quedaron admirados.
21 Cuando Jesús regresó en la barca al otro lado del lago, se le reunió mucha gente, y él se quedó en la orilla.
22 En esto llegó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, que al ver a Jesús se echó a sus pies
23 y le rogó mucho, diciéndole:—Mi hija se está muriendo; ven a poner tus manos sobre ella, para que sane y viva.
24 Jesús fue con él, y mucha gente lo acompañaba apretujándose a su alrededor.
25 Entre la multitud había una mujer que desde hacía doce años estaba enferma, con derrames de sangre.
26 Había sufrido mucho a manos de muchos médicos, y había gastado todo lo que tenía, sin que le hubiera servido de nada. Al contrario, iba de mal en peor.