4 Pues aunque muchas veces lo habían atado de pies y manos con cadenas, siempre las había hecho pedazos, sin que nadie lo pudiera dominar.
5 Andaba de día y de noche por los cerros y las tumbas, gritando y golpeándose con piedras.
6 Pero cuando vio de lejos a Jesús, echó a correr, y poniéndose de rodillas delante de él
7 le dijo a gritos:—¡No te metas conmigo, Jesús, Hijo del Dios altísimo! ¡Te ruego por Dios que no me atormentes!
8 Hablaba así porque Jesús le había dicho:—¡Espíritu impuro, deja a ese hombre!
9 Jesús le preguntó:—¿Cómo te llamas?Él contestó:—Me llamo Legión, porque somos muchos.
10 Y rogaba mucho a Jesús que no enviara los espíritus fuera de aquella región.