25 La muchacha entró de prisa donde estaba el rey, y le dijo:—Quiero que ahora mismo me des en un plato la cabeza de Juan el Bautista.
26 El rey se puso muy triste; pero como había hecho un juramento en presencia de sus invitados, no quiso negarle lo que le pedía.
27 Así que mandó en seguida a un soldado con la orden de llevarle la cabeza de Juan. Fue el soldado a la cárcel, le cortó la cabeza a Juan
28 y se la llevó en un plato. Se la dio a la muchacha, y ella se la entregó a su madre.
29 Cuando los seguidores de Juan lo supieron, recogieron el cuerpo y se lo llevaron a enterrar.
30 Después de esto, los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.
31 Jesús les dijo:—Vengan, vamos nosotros solos a descansar un poco en un lugar tranquilo.Porque iba y venía tanta gente, que ellos ni siquiera tenían tiempo para comer.