1 Se acercaron los fariseos a Jesús, con unos maestros de la ley que habían llegado de Jerusalén.
2 Éstos, al ver que algunos discípulos de Jesús comían con las manos impuras, es decir, sin haber cumplido con la ceremonia de lavárselas, los criticaron.
3 (Porque los fariseos y todos los judíos siguen la tradición de sus antepasados, de no comer sin antes lavarse las manos debidamente.
4 Y cuando regresan del mercado, no comen sin antes cumplir con la ceremonia de lavarse. Y aun tienen otras muchas costumbres, como lavar los vasos, los jarros, las vasijas de metal y las camas.)
5 Por eso, los fariseos y los maestros de la ley le preguntaron:—¿Por qué tus discípulos no siguen la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?
6 Jesús les contestó:—Bien habló el profeta Isaías acerca de lo hipócritas que son ustedes, cuando escribió:“Este pueblo me honra con la boca,pero su corazón está lejos de mí.
7 De nada sirve que me rinda culto:sus enseñanzas son mandatos de hombres.”