23 Todas estas cosas malas salen de adentro y hacen impuro al hombre.
24 De allí se dirigió Jesús a la región de Tiro. Entró en una casa, sin querer que nadie lo supiera; pero no pudo esconderse.
25 Pronto supo de él la madre de una muchacha que tenía un espíritu impuro, la cual fue y se arrodilló a los pies de Jesús.
26 La mujer no era judía, sino originaria de Sirofenicia. Fue, pues, y rogó a Jesús que expulsara de su hija al demonio.
27 Pero Jesús le dijo:—Deja que los hijos coman primero, porque no está bien quitarles el pan a los hijos y dárselo a los perros.
28 Ella le respondió:—Pero, Señor, hasta los perros comen debajo de la mesa las migajas que dejan caer los hijos.
29 Jesús le dijo:—Por haber hablado así, vete tranquila. El demonio ya ha salido de tu hija.