3 y dijo:—Les aseguro que si ustedes no cambian y se vuelven como niños, no entrarán en el reino de los cielos.
4 El más importante en el reino de los cielos es el que se humilla y se vuelve como este niño.
5 Y el que recibe en mi nombre a un niño como éste, me recibe a mí.
6 »A cualquiera que haga caer en pecado a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que lo hundieran en lo profundo del mar con una gran piedra de molino atada al cuello.
7 ¡Qué malo es para el mundo que haya tantas incitaciones al pecado! Tiene que haberlas, pero ¡ay del hombre que haga pecar a los demás!
8 »Por eso, si tu mano o tu pie te hacen caer en pecado, córtatelos y échalos lejos de ti; es mejor que entres en la vida manco o cojo, y no que con tus dos manos y tus dos pies seas arrojado al fuego eterno.
9 Y si tu ojo te hace caer en pecado, sácatelo y échalo lejos de ti; es mejor que entres en la vida con un solo ojo, y no que con tus dos ojos seas arrojado al fuego del infierno.