10 Él respondió: “He sentido mucho celo por ti, Señor, Dios todopoderoso, porque los israelitas han abandonado tu pacto, han derribado tus altares y han matado a tus profetas a filo de espada. Solo yo he quedado, y andan buscándome para quitarme la vida.”
11 El Señor le dijo: “Sal fuera y quédate de pie ante mí, sobre la montaña.”En aquel momento pasó el Señor, y un viento fuerte y poderoso desgajó la montaña y partió las rocas ante el Señor; pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento hubo un terremoto; pero el Señor tampoco estaba en el terremoto.
12 Y tras el terremoto hubo un fuego; pero el Señor no estaba en el fuego. Pero después del fuego se oyó un sonido suave y delicado.
13 Al escucharlo, Elías se cubrió la cara con su capa, y salió y se quedó a la entrada de la cueva. En esto llegó a él una voz que le decía: “¿Qué haces ahí, Elías?”
14 Él contestó: “He sentido mucho celo por ti, Señor, Dios todopoderoso, porque los israelitas han abandonado tu pacto, han derribado tus altares y han matado a tus profetas a filo de espada. Solo yo he quedado, y andan buscándome para quitarme la vida.”
15 Entonces el Señor le dijo: “Ve, regresa al desierto de Damasco por donde viniste. Ve y consagra a Hazael como rey de Siria,
16 y a Jehú, nieto de Nimsí, como rey de Israel; y a Eliseo, hijo de Safat, del pueblo de Abel-meholá, conságralo como profeta en lugar tuyo.